LA PEDAGOGIA DE JESUS
El tema de la pedagogía de Jesús es uno de los más fascinantes en el campo de la educación
religiosa cristiana. Todo lo que hizo Jesús nos apasiona y nos motiva a
realizarlo. Pero así como de fascinante es el tema, así lo son las
expectativas que se tienen con relación al mismo. Todos queremos imitar al
Maestro en su metodología, contenido y autoridad pedagógica.
Son muchos los que creen que si Jesús lo hizo de tal o cual manera también
nosotros debemos
hacerlo igual
Ante esto nos preguntamos ¿será adecuado pensar de esta forma? ¿Qué debemos
hacer para
emplear efectivamente la pedagogía de Jesús en la iglesia cristiana?
¿Utilizaría
Jesús las mismas técnicas para impartir su enseñanza hoy?
El contexto en el cual se da la experiencia educativa
El contexto en el cual se imparte la educación cristiana es importante. Debemos
ver éste no sólo
considerando los acontecimientos sociales, políticos y económicos, sino también
la situación existencial de las personas, sus experiencias y entendimientos de
la fe.
Se hace necesario que la educación cristiana que se imparte en la iglesia haga
posible
que el mensaje de Jesús se transmita de una manera clara y pertinente. Se
requiere que se examine cuidadosamente el contexto estableciendo un diálogo con
él. La educación cristiana debe tener como una de sus prioridades el ofrecer
respuestas concretas a los interrogantes que lanza la sociedad.
¿Jesús vino a enseñar?
Es significativo indicar que todos los evangelistas colocan la actividad
pedagógica de Jesús
desde el inicio de su ministerio. Marcos nos dice: "Entraron en Capernaúm,
y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Y se admiraban
de su doctrina porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los
escribas" (Mc 1:21-22). De igual manera los evangelistas finalizan sus
relatos con una exhortación de Jesús comisionando a sus discípulos a predicar
y a enseñar el mensaje recibido. "Id y haced discípulos a todas las
naciones,... y enseñándoles..." (Mt 28:19-20ª). Mirar los evangelios con
un lente pedagógico podría ser muy revelador e ilustrativo para nuestra
práctica
educativa.
En ellos descubrimos que la misión de Jesús, al igual que el de la iglesia, es
la de
enseñar.
Aunque los evangelios contienen una cantidad de material histórico-narrativo,
examinado
bajo el lente de la primera iglesia, en el momento en que Jesús comienza su
ministerio todo lo que Él hace es motivo de una enseñanza. En sus acciones y
estilos Jesús modela pedagogía y en sus dichos transmite un contenido
teológico.
Jesús tomó de las experiencias de la vida cotidiana para hacer de ellas temas
de enseñanza
religiosa. Lo que nos ilustra sobre su énfasis como Maestro en la penitencia y
en la aplicación. De las actividades pedagógicas de Jesús podemos extraer
ejemplos sobre las muchas formas en que se puede impartir la enseñanza, las
diferentes maneras en que la gente aprende y de cómo los escenarios modifican
la experiencia educativa.
¿Entendemos la pedagogía de Jesús?
Es medular entender como la práctica pedagógica de Jesús respondió a su
contexto. Para
el Maestro, las situaciones concretas de sus discípulos fueron ocasiones para
impartir una enseñanza. Los discípulos fueron dirigidos a encontrar respuestas
dentro del marco de su propia realidad. La actividad pedagógica de Jesús fue
impactante, no sólo por el contenido de sus enseñanzas, sino también por la
viveza educativa que se dio en la misma.
El dinamismo que Jesús le impartió a su enseñanza, la profundidad de sus
palabras y los
resultados que ésta produjo fueron impresionantes. Los evangelistas en sus
relatos llenos de dramatismo recogen esa imagen de Jesús como pedagogo.
Al leer los evangelios con un lente pedagógico apreciamos la gran diversidad de
métodos
empleados por Jesús y el cómo la pedagogía y el contexto se relacionan. Pues
los métodos de Jesús fueron respuestas concretas a experiencias a las cuales
Él quería responder. Entre los métodos empleados por Jesús tenemos:
historias, parábolas, milagros, oraciones, discursos, símbolos y lenguaje
simbólico,
preguntas y respuestas, estudio de casos, repetición, inducción, motivación
por medio de ejemplos y proyectos. Como se puede apreciar los métodos de Jesús
fueron variados entre sí.
Es que la pedagogía invita a la creatividad y a la respuesta efectiva del
momento y
situación en que se imparte la enseñanza.
En Jesús, lo teórico y lo práctico se entrelazaron en la práctica educativa.
Por eso podemos decir
que las experiencias de sus discípulos fueron motivos para la enseñanza y el
resultado de la enseñanza fue motivo para modificar sus experiencias de vida.
Para el Maestro la experiencia no fue relato trivial e insignificante, sino
punto de partida para entender la situación teológica y existencial en que se
encontraban sus discípulos.
¿Qué es la pedagogía de la pregunta?
De todas las técnicas utilizadas por Jesús en esta presentación nos limitaremos
a la pedagogía de
la pregunta. La pregunta es una técnica muy apropiada para la enseñanza
religiosa a todos los niveles. En la educación religiosa cristiana el hacer
preguntas debe verse como una de las mejores herramientas para lograr una
pedagogía transformadora.
S.G. Fortoris nos dice que la importancia de la pregunta consiste en que ella
estimula el
pensamiento fructífero. La pregunta ayuda a clarificar los pensamientos,
particularmente cuando éstas son bien planificadas y dirigidas. Esta lleva a la
reflexión profunda y al análisis. La pregunta es tan importante en la educación
que no podemos afirmar que el/la maestro/a que domina la técnica de la pregunta
domina bien el arte de la enseñanza.
En la educación religiosa las preguntas pueden utilizarse para dirigir a los/as
estudiantes a
modificar sus comportamientos y actitudes. Las preguntas invitan a que éstos
confronten por sí mismos sus situaciones frente a las demandas del evangelio,
de tal manera que lleguen a sus propias conclusiones. El enseñar la fe no es
meramente una actividad intelectual, sino también una que envuelve los
sentimientos y la voluntad. De eso es que trata la educación religiosa
cristiana, de formar hombres y mujeres con un profundo carácter cristiano.
La técnica de la pregunta es empleada con frecuencia en nuestras prácticas
educativas, pero
no siempre de la mejor manera, ni produciendo los resultados deseados. Ya que
las preguntas no provocan efectos por el sólo hecho de decirlas, éstas deben
ser dirigidas con propósitos claros y definidos.
Lo que nos invita a evaluar: ¿cómo hacemos preguntas? ¿qué clases de preguntas
exponemos? ¿hacia quién(es) van dirigidas? ¿qué finalidad persiguen? ¿cómo
éstas corroboran el aprendizaje?
¿Por qué Jesús enfatizó esta técnica?
Jesús enseñaba el mensaje del Reino. Él quería confrontar al pueblo hebreo con
su tradición
religiosa con el deseo de que éstos entendieran lo que realmente significa
conocer a Dios. El interés primordial de Jesús fue el de estimular el
pensamiento profundo y reflexivo con relación a las verdades que presentaba.
Toda persona que escuchaba seriamente lo que Jesús decía era movida a hacer un
análisis profundo en su interior. Jesús vino a impartir una enseñanza
provocadora. Una enseñanza que se encarnaba en la vida real de sus discípulos
y produjera cambios.
Esta manera de Jesús de enseñar contrasta mucho con los estilos pedagógicos que
se dan en
muchas de nuestras iglesias. La sociedad en general, así como la iglesia, se
han convertido en lugares de pensantes uniformes y de opiniones acomodadas.
Evadimos el cuestionar las implicaciones de las enseñanzas de Jesús con toda
su profundidad y trascendencia. Nos conformamos con decir que para El Maestro,
todo es posible. Que la oración es la respuesta para resolver nuestros
problemas, sin afirmar la necesidad de un compromiso más concreto con nuestra
comunidad.
F. F. Bruce en su libro The Hard Sayings of Jesus, nos dice que una de las
razones por las
cuales las personas encuentran difíciles y complejos los dichos de Jesús es
porque no les gusta pensar. Según Bruce para algunas personas el pensamiento es
un ejercicio dificultoso e incómodo, especialmente cuando éste envuelve la
apreciación crítica de prejuicios y de convicciones bien arraigadas o cuando
el reflexionar reta las opiniones prevalecientes aceptadas por la sociedad.
El "hacer pensar" a nuestros discípulos debe ser uno de nuestros
propósitos al
educar. Pues la fe que no resiste el cuestionamiento, ¿qué clase de fe es?.
La pedagogía de la pregunta nos puede ilustrar la manera de hacer preguntas, ya
que el Maestro
las utilizó de una manera única. Vemos a Jesús empleando esta técnica en
innumerables pasajes en los evangelios ya sea sola o en combinación con muchos
de los métodos de enseñanza antes mencionados. La pregunta se convirtió para
Jesús en una chispa que inició la conversación y el diálogo. Fue como el
motor generador para una discusión más amplia.
¿Cómo eran las preguntas de Jesús? ¿cuáles eran sus propósitos?
Las preguntas que Jesús hizo fueron de toda clase. Estas fueron directas e
indirectas. Fueron
hechas a varios niveles, buscando que los discípulos alcanzaran un mayor
entendimiento de la fe. Jesús como buen pedagogo no sólo respondió a su nivel
intelectual, sino también a la situación particular en la cual se encontraban.
Jesús hizo muchas más preguntas que las que contestó, y en ocasiones contestó
una pregunta con otra pregunta.
También provocó en los discípulos el hacer preguntas. En su búsqueda de la
verdad Jesús no
tuvo temor al cuestionamiento.
Los propósitos de Jesús al hacer preguntas fueron muy variados. Están desde los
más
sencillos, hasta los muy complejos. Entre ellos enumeramos los siguientes:
1. Para fomentar el interés o
establecer un punto de contacto Jn 4:7; Lc 8:45.
2. Para iniciar y estimular el
pensamiento Lc 9:25; Mt 6:27; Jn 13:12.
3. Para expresar o verbalizar
el proceso de razonamiento Mr 10:18; Mt 20:22.
4. Para probar el compromiso
así como el entendimiento espiritual Jn 6:1-7.
5. Para ayudar a los discípulos
a aplicar la verdad Lc 10:36; Jn 13:12.
6. Para emplear la disputa, la
argumentación y la lógica Lc 14:5; 13:2; Jn 8:46.
7. Para reprender o señalar
alguna falla espiritual Mr 4:40; Lc 6:46.
8. Para introducir una enseñanza
Mt 6:25; Lc 6:39,41.
Las preguntas de Jesús también fueron utilizadas para expresar emoción (Mr
9:19), para
recordar lo aprendido (Mr 8:20), para fortalecer la voluntad (Jn 5:6), para
contestar otras preguntas (Jn 21:22) y una serie de propósitos que por razones
de espacio no mencionamos.
Jesús procuró con sus preguntas cultivar una serie de habilidades en sus discípulos.
Él quería
motivar el pensamiento claro y dirigirlo. Llevar a la reflexión, pues le
interesaba modificar actitudes y romper prejuicios. Las preguntas en Jesús
promovieron el diálogo y sobre todo la creatividad. La pregunta en Jesús
estimuló el descubrir nuevos senderos y nuevas maneras de ver la vida.
Un ejemplo de un interrogatorio fructífero, en donde la pregunta se convirtió
en generador de
diálogo, es el conocido pasaje de Jesús y la mujer de Samaria, en Jn 4:1-29.
Vemos que con una pregunta indirecta: "Dame de beber", Jesús comienza
un diálogo
transformador. En este pasaje observamos como la discípula hizo más preguntas
que El Maestro. Jesús con paciencia fue provocando el preguntar, hasta que la
mujer termina el diálogo encontrando por sí misma las respuestas. "Venid
y ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el
Cristo?" (Jn 4:29).
Pertinencia de la pedagogía de la pregunta en Jesú
Como hemos visto la pedagogía de la pregunta en Jesús fue muy efectiva y ponerla
en práctica
podría ayudarnos a mejorar significativamente nuestra educación cristiana. La
pedagogía de la pregunta en Jesús habla al contexto social de varias maneras.
Pero no para imitar exactamente lo que El Maestro hizo, sino para utilizar todo
aquello que sea pertinente y apropiado en nuestra situación particular.
La actividad pedagógica de Jesús hay que verla como una que correspondió a un
tiempo y
circunstancias particulares. Lo importante no es hacer las mismas cosas que
Jesús
hizo, sino hacer la hermenéutica de esa pedagogía, imitando su dinamismo,
viveza y profundidad. No creemos que Jesús utilizaría las mismas técnicas hoy
en día, pues él respondió a una experiencia histórica distinta. La técnica
de la pregunta y la pedagogía de Jesús en general son una invitación a la
creatividad en la educación cristiana. Nos habla de la confianza que debemos
tener en nuestros recursos y de lo valioso de la experiencia religiosa popular
para llevar a cabo la educación en la iglesia.
Pedagogía y teología
Al hablar de la pedagogía de Jesús y en específico de la pedagogía de la
pregunta,
concebimos la pedagogía religiosa como actividad teológica. Al Jesús provocar
con la pregunta respuestas para la realidad existencial y social de sus
discípulos
produjo como resultado la reflexión teológica. No sólo la pedagogía de la
pregunta nos lleva a cuestionar la fe o motivar el pensamiento crítico, sino
también el pensar profundo y sincero sobre nuestra realidad. La pedagogía de
la pregunta puede ilustrar de cómo la fe se va formando en procesos vivenciales
de comunidades y pueblos que buscan responder a un momento histórico.
En mi contexto particular de Puerto Rico se oye hablar de varias corrientes
teológicas desde
la fundamentalista, una teología pentecostal autóctona, la teología católica,
hasta de una teología de la "liberación-descolonizadora". Hablar de
todas ellas como "la teología a enseñarse" resulta realmente inútil
cuando sabemos que la verdadera teología es la que la gente cree y vive. La
pedagogía de la pregunta podría ayudar al teólogo-educador a describir y
organizar ese pensar teológico que realmente se tiene. La manera más poderosa
en que la ideología dominante funciona es el no permitir que se articulen
nuestras vivencias para así poder descifrar nuestra realidad. Queda pues en
manos de los/as educadores/as reconocer cuál es realmente su marco de acción y
ayudar a sus discípulos a hacer conexiones.
El ver la pedagogía como actividad teológica hace que movamos al pueblo a tomar
control
de su pensar teológico. Pues es el pueblo el que vive la teología. Es quizás
el momento en que se imparte la enseñanza religiosa donde mejor se recrea el
pensar teológico.
Es quizás el momento en que se imparte la enseñanza religiosa donde mejor se
recrea el
pensar teológico. Ese momento pedagógico de cuestionamiento nos invita
principalmente a dos cosas:
1) a examinar la teología
académica para ver cómo se relaciona con nuestra vivencia, contexto y
realidad,
2) a evaluar nuestras
doctrinas, experiencias y prácticas de fe para ver cómo responden al
evangelio.
La pedagogía de la pregunta en Jesús nos ayudará a ese difícil proceso de
descubrir nuestras
verdades procurando articular nuestra realidad. Provocar la reflexión de
nuestra fe en contexto podría ser muy revelador para elaborar una teología
contextualizada que realmente sea producto del pueblo, de su gran fe y de su
entendimiento de Dios. Todos nuestros pueblos latinoamericanos tienen sus
propios retos los cuales debemos afrontar con determinación
En el campo de lo religioso la pedagogía se convierte en actividad teológica
por varias
razones. El modelaje es práctica de la fe. La imitación es necesaria en el
cristianismo. Decimos que el cristianismo no es una religión sino un estilo de
vida. Cómo producir cambios reales en nuestra sociedad si no se internaliza ni
se pone en práctica lo que se enseña. Como toda educación que debe llevar a
la modificación de la conducta, la educación cristiana es llamada a provocar
cambios de actitudes y prejuicios en las personas, y de una manera profunda ya
que enseñamos las verdades del evangelio. La pedagogía de Jesús debe ser
vista como práctica que modela el vivir, como acción dentro de la realidad,
como compromiso solidario con nuestras comunidades.
Pedagogía y comunicación
Un/a educador/a es un/a que comunica. De nuestras prácticas educativas sabemos
que la
experiencia personal y social es quizás la forma más efectiva en que la gente
conecta lo aprendido. Una de las claves hermenéuticas que utiliza nuestra gente
para interpretar las escrituras son sus experiencias. Pero la experiencia no
debe verse aquí como mero testimonio o relato superficial, sino como aquello
que expresa y dramatiza cómo los discípulos piensan y ven el mundo. Las
experiencias nos indican cuáles son sus preocupaciones, y cuál es su
entendimiento teológico. El que educa religiosamente debe buscar formas de cómo
insertar su enseñanza en esa historia, para resaltar en ella la fe. El/a
educador/a debe procurar el hacer de esa historia una historia diferente.
Si nuestra gente aprende a través del lenguaje sencillo y de aquellas cosas que
están a su
alrededor; entonces es adecuado que utilicemos estos recursos para producir el
aprendizaje. Al emplear las experiencias validamos como Jesús lo hizo a la
persona con sus historias y circunstancias. Cuando la historia de nuestras
vidas
es insertada en la historia de la fe o cuando la historia de la fe es insertada
en la historia de nuestras vidas, se produce una pedagogía transformadora. Este
fue el caso de la mujer samaritana. Las preguntas bien dirigidas y organizadas
dieron como resultado la transformación de su vida y de su comunidad.
El relacionar pedagogía y comunicación nos obliga a pensar en el nivel teológico,
social,
psicológico, intelectual y económico en que viven nuestros estudiantes.
Para llevar a cabo una pedagogía fructífera es necesario que lleguemos al nivel
en que se
Encuentra nuestra gente. Este nivel no solamente es intelectual, es de condición
social, de género, de experiencias de vida, de pensar político, etc. No
podemos atosigarle a las personas nuestras respuestas estereotipadas. Debemos
permitir que la iglesia sea un lugar de diálogo y tolerancia.
La comunicación
en la pedagogía de la pregunta hace que veamos a Jesús, El Maestro como modelo
de nuestra práctica educativa. Pero no es que vayamos a reproducir todo lo que
Él hizo, sino que veamos como educadores/as que estamos modelando ante nuestros
discípulos. El/la educador/a por su fe, entrega y testimonio de vida enseña más
que con sus palabras. El carácter cristiano no se forma solamente de palabras
sino, a través de vivencias que contagian vidas. Si la experiencia produce
aprendizaje, como hemos señalado, la experiencia vista y compartida del otro
puede ser determinante para el crecimiento y la madurez cristiana. De que vale
que hablemos de igualdad y justicia hacia los desposeídos y marginados de
nuestras sociedades si no somos capaces de modelar esto tratando a nuestros
semejantes, hombre o mujer, con el respeto y el amor que merecen.el
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